MESSI, TRAS LAS HUELLAS DE MARADONA
No quiero exagerar, porque Diego sólo ha habido uno, como sólo ha habido un Jordan. Pero reconozcamos que lo de Messi, cuanto menos, no es normal. Partidazo de La Pulga en Stamford Bridge, donde el argentino se doctoró en Europa y sentó las bases de un futuro crack. Alguien dijo ayer que tiene tintes maradonianos y estoy totalemente de acuerdo. No quiero caer en el sacrilegio de comparale, pero tiene trazos del Pelusa. En los primeros partidos creí que se trataba de un chico habil, rápido y con hambre de victorias, pero poco a poco me ha ido convenciendo que hay un enorme futbolista en esos escasos 169 centímetros de argentino. Tiene hechuras de veterano. Sabe parar, seguir, volver a arrancar, cambiar de ritmo, volver a arrancar, driblar y cedersela a un compañero. No tiene (como Eto'o) ese afán de protagonismo personal que el camerunés antepone al del equipo. No se tira en el primer contacto, porque quiere jugar bien al fúbol, marcar o dar el gol. Y sobre todo ganar. No huye del choque y aguanta tarascadas con paciencia. Todo lo que hace tiene intención, sabe leer los partidos y ayer en el elitista barrio de Chelsea, le enseño al impresentable de Mourinho, que jugando bien al fútbol las victorias saben bien, no a rancio, como le pasa a él.
Messi se zampó anoche al Chelsea él solito. Primero desquició a Del Horno (¡vaya fichaje Mourinho. Que el destino nos libre de que Luis le lleve al Mundial!) y luego al Chelsea entero en un partido memorable que le encumbra entre los grandes de Europa esta temporada.
No me gusta exagerar con esto porque luego dicen que somos los periodistas los que les subimos a los futbolistas y luego les dejamos caer. He esperado cinco meses para hablar de Messi y ya me ha convencido. Es más, me ha enamorado. Eso si es un fichaje, Florentino. Compararle con Robinho es un pecado a día de hoy. Casi tan capital como comparar al Barça con el Madrid. ¡Qué diferencia de martes a miércoles! Da gusto ver al Barça y eso que anoche le tuvieron que meter un gol y sacar a Larsson (tardó un mes en hacerlo Rijkaard) para decantar el partido. Luego se vió que no hay color entre el fútbol de kilates culé y lo de Mourinho (no se puede ni llamar fútbol a eso). Como siempre el portugués dice que la culpa la tiene el árbitro. Esta vez no se la puede endosar al empedrado, que por sus órdenes estaba tan impresentable que no sé como la UEFA lo permitió.
Pues bien señor Mourinho. Ese árbitro tan tremendo (y tan malo) de anoche en Londres no le pitó dos claros penaltis al Barça que hubiera dejado esto visto para sentencia. A usted señor Mourinho no hay por donde cogerlo. Vayasé a esparragar, prepotente.
Yo me quedo con Messi y con su enorme futuro. Ojalá llegue a la mitad de la mitad de lo que fue Maradona, porque tendremos la suerte de ser coetáneos a uno de los mejores.